sábado, 22 de agosto de 2015

Añorando el Pasado que no Fue

En la actualidad venezolana, muchos extrañan las cosas buenas existentes antes del 2 de febrero de 1999…comparadas con el año 2015. Refrescar la memoria es un ejercicio positivo y realizado por pocas personas, para ver en la justa medida el balance del pasado con respecto al presente.

Antes de la llegada al poder – por la vía electoral el 6 de diciembre de 1998 - del chavismo, los partidos políticos eran instituciones que estaban pasando por un proceso de implosión en el cual sus directivas evitaron o retrasaron cambios dentro de ellos, se desconectaron de la realidad de sus militantes y fomentaron una cultura del clientelismo. No fueron ejemplo de vivir con humildad ni empatía, aunque es importante destacar que hubo ejemplos honrosos de líderes con seriedad y sensatez. La reducción de la diversificación de la economía nacional desde 1974 al presente, acentuó la dependencia en la renta petrolera y trajo como consecuencia la dependencia de las divisas que genere el Estado. Los controles cambiarios de RECADI (1983-1989) y CADIVI (2003 al presente) trajeron prácticas perversas en la asignación de las divisas extranjeras. La diferencia entre ambos controles radica en que hasta 1999  había respeto a la independencia de poderes entre el Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Se inició un proceso de descentralización gradual desde 1979 con la elección separada de los Concejos Municipales de los comicios generales. En 1989 se creó la figura de los Alcaldes, los cuales serían electos junto con los Gobernadores por voto universal directo y secreto. Los avances de la descentralización entre 1989 y 1998 fueron positivos, cada región se encargaba de los centros de salud y vías de comunicación de la mano con el poder Ejecutivo Nacional. La construcción de industrias básicas, escuelas, centros de salud, universidades y tecnológicos, fomento de instituciones de educación (media, diversificada y profesional) privados, embalses, electrificación de ciudades, pueblos y caseríos, entre otros, son los grandes logros del período de cuarenta años previos al chavismo, que trajeron 40 años de avance social a pesar de las adversidades.

Había plena producción nacional en rubros como café, arroz, carne, legumbres, hortalizas, harina de maíz precocida, leche, otros; productos de higiene y aseo personal de diversas marcas; posibilidad de acceder a la adquisición de vehículo y vivienda, a pesar de la inflación.

Hubo errores, hubo muchos más aciertos de los que se han querido obviar, no todo era perfecto pero sí mejorable. Lo que se sí añora es que había menos criminalidad que en la actualidad, más abastecimiento de productos básicos, más oportunidades para todos en la medida de las posibilidades de cada quien. Eso sí es lo que debe volver, junto con la independencia de poderes públicos y los avances obtenidos con menos recursos económicos invertidos eficientemente. El clientelismo, populismo y rentismo deben ser erradicados de forma gradual en nuestra cultura, así como las prácticas de relegar el disenso y a la generación de relevo en el liderazgo en toma de decisiones dentro de las organizaciones político-partidistas que ayuden a su mejoramiento continuo.

El Arte de Manipular

Manipular en el sentido negativo aplica a esta acepción que menciona la Real Academia Española en el siguiente enlace http://lema.rae.es/drae/?val=manipular: “3. tr. Intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares”.

En cualquier ámbito hay que estar atento a esta acepción, para evitar controversias generadoras de conflictos innecesarios. El asumir la responsabilidad de las acciones – buenas y malas – es un momento incómodo para cada quien, pero necesario para resolver las dificultades que se presenten en el camino.

A lo largo de la Historia, los problemas se generan por inconvenientes en la comunicación, por ello hay que ser suficientemente cuidadoso en el uso de la llamada telefónica, correos electrónicos, mensajes de texto, redes sociales (Whatsapp, LinkedIn, otras) para que el emisor transmita datos que le brinden información al cliente y este a su vez retroalimente.

Las relaciones proveedor y cliente tienen por finalidad que el primero le brinde un producto o servicio al segundo, en condiciones justas de atención, costo y tiempo. Una omisión o error puede traer consecuencias en la gestión que el proveedor le esté realizando al cliente, el cual es el centro y fin de una relación comercial. Ambas partes son aliados en un fin común: mantener un flujo de negocios de manera prolongada. Si alguna de las partes evita asumir sus equivocaciones y/o responsabiliza a la otra, lo más sensato es terminar la relación comercial. La decisión consciente de prescindir de un proveedor debe justificarse en indicadores objetivos – la pérdida monetaria, tiempo de respuesta - y acciones que impidan la fluidez dentro de la relación comercial.

Excusarse y no enmendar los errores traerán como consecuencia problemas en la vida profesional y personal de quienes actúen sin ética ni moral.