En Venezuela la actualidad
ha generado comentarios tales como “éramos felices y no lo sabíamos”, “hay que
rescatar los valores perdidos”, “hay que reconstruir el País” y muchas otras
que deben hacer llamar a la reflexión de quienes portamos el gentilicio.
Lo primero que debemos
(re)aprender son las normas de convivencia ciudadana entre vecinos, donde el
respeto sea la pauta y no un acontecimiento extraordinario. Comprender al otro
significa entender su posición más no estar de acuerdo siempre. La presunción
de inocencia también es un aspecto escaso e inexistente. Es degradante ver a
los dueños de perros paseando a sus mascotas en urbanizaciones, plazas y calles
sin que estos recojan ni limpien los desechos orgánicos de estos. Si bien es
cierto, las autoridades no pueden vigilar todos los movimientos de sus
ciudadanos, pueden fomentar campañas de concientización al respecto con el
apoyo de los medios de comunicación, amparándose en la Ley de Responsabilidad
Social de Radio, Televisión y Medios Electrónicos (RESORTEME).
En el ámbito estudiantil se
debe retomar la probidad al momento de realizar trabajos especiales de grado y
trabajos de grado a niveles de Bachillerato y Superior (desde carreras cortas
hasta Maestría). La práctica de pagarles a terceras personas se las hagan y
ello plantea la necesidad de una reforma en las leyes educativas donde se
sincere este punto. Es inaceptable que estemos egresando bachilleres y
profesionales con esa irregularidad, donde el esfuerzo sea poner una nota
aprobatoria sin revisar las fuentes citadas por los autores. A los docentes se
les debe exigir más esfuerzo y en paralelo brindarle las mejores oportunidades
para su formación y capacitación continua en el hecho educativo.
A nivel laboral, se debe
derogar la inamovilidad laboral – vigente desde el año 2001- así como revisar y
reformar la Ley Orgánica del Trabajo del año 2012 vía legislativa, para poner
en igualdad de condiciones a los trabajadores y patronos. La mejor manera es
mediante reuniones tripartidas entre sindicatos, patronos y el Estado. Es una
lástima que en los sectores público y privado hayan personas incumplidas con
sus labores y no puedan ser despedidas de manera justa y expedita en el marco
de la legislación, cerrándose la oportunidad a gente con ganas de ser
productivos.
Nuestra nación se
recuperará en la medida en que el gobierno genere confianza, solicite
financiamiento externo y este sea aprovechado de la mejor manera para fomentar la
productividad. Sin embargo, el trabajo social para recuperar la cultura del
trabajo será complejo, pero necesario e imperativo. Debemos corregir desde los
altos niveles de poder hacia abajo y desde nosotros mismos hacia fuera. Al
contrario es inviable.
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