domingo, 16 de marzo de 2014

Venezuela: ¿País de Despedidas?




Venezuela se encuentra ubicada en el Norte de Suramérica, mejor conocida como “Al Norte del Sur”. En las décadas de los años 40, 50, 60 y 70 del siglo XX, fue tierra receptora de inmigrantes provenientes de Europa, China, Medio Oriente y otros países de Latinoamérica, gracias a las oportunidades de desarrollar campos no desarrollados por los venezolanos. Las causas por las cuales vinieron los oriundos de las regiones mencionadas son variadas, desde la búsqueda de mejorar su calidad de vida hasta establecerse en una nueva patria. El resultado de esta oleada de inmigrantes fue la diversificación de la cultura, participación en la vida comercial y política, trayendo consigo un reconocimiento de un país tolerante a las distintas formas de ver el mundo en un contexto de fraternidad.

A mediados de los años 70 del siglo XX, se comienza a ver un declive progresivo de las condiciones de vida, con desmejora en la economía y los servicios públicos (salud y educación). Los descendientes de los inmigrantes fueron partiendo inicialmente por esas razones, luego por la inestabilidad política, el flagelo de la inseguridad personal y después por la intolerancia política promovida por el Estado desde 1999.  

La inseguridad personal y la falta de oportunidades laborales han sido causales de la emigración no solo de los descendientes de los inmigrantes, sino de venezolanos nativos por más de dos (2) generaciones, con edades comprendidas entre los 25 y 40 años de edad. Ello reduce la fuerza laboral de la población económicamente activa, acentuándose la exportación de puestos de trabajo.


Analizando el aspecto de la inseguridad personal, no es un fenómeno exclusivo de las zonas populares, la clase media o alta. Es un hecho que afecta a todos. Los venezolanos viven con más fuerza las tragedias personales (secuestros express, asesinatos de seres queridos, robo, hurto), lo que hace posible plantearse la siguiente interrogante: ¿Las únicas despedidas son entre los nuevos emigrantes y sus familias? ¿Los ciudadanos se acostumbrarán a ver a una Venezuela como un país de despedidas con sus familias, al salir de sus casas todos los días? La respuesta a ambas interrogantes es un no rotundo. Los venezolanos están condenados a entenderse, con ayuda de mediadores válidos e imparciales, para lograr acuerdos duraderos que redunden en el beneficio de la Nación y sus ciudadanos.

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